Jessica nunca imagino que el fútbol terminaría siendo tan importante en su vida. Desde chiquita, no la dejaban jugar, así que cuando creció, decidió armar su propio equipo de mamás mientras esperaba a su hijo en los entrenamientos. ¡Así empezó todo!
Luego, su hijo volvió de un torneo en Europa, y Jessica sintió que tenía que hacer algo más. Se animó a ser directora técnica, pero no solo por el título, sino para proteger a las jugadoras jóvenes y enseñarles lo que ella había aprendido: que hay que pelear por lo que te apasiona. Se formó en una escuela autorizada por la Federación Mexicana de Fútbol, y desde entonces ha trabajado en equipos, programas de formación, y hasta con selecciones como la de Jalisco y la mexicana.
No todo fue fácil. Como una de las pocas mujeres en su campo, tuvo que aguantar que algunos colegas no la tomaran en serio. Pero Jessica siguió adelante, demostrando su talento y dedicación. Aunque ahora no tiene tiempo para ser directora técnica a tiempo completo, no ha dejado el fútbol. Sigue jugando en ligas de mamás y en ligas abiertas, porque su amor por este deporte no se apaga.
La historia de Jessica es pura inspiración. Es la prueba de que, cuando luchas por lo que te mueve, puedes romper estereotipos y abrirte camino, aunque el panorama no siempre sea fácil. ¡Jessica lo logró y sigue haciéndolo!
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